jueves, 21 de noviembre de 2019

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Princesa Eterna

El castillo era inmenso, el más grande y más opulento del medievo, era increíble que Grace la modelo carnosa que no supiera nada de que su familia tenía este inmenso hogar, como hubiera cambiado su infancia si hubiera tenido un sitio como ese, aparte que hubiera tenido por fin una fortuna al venderse como sus tierras.
Selen estaba extasiada al ver aquello, tenía una amiga que tenía un castillo, serian increíble las fiestas que podrían hacer, las dos chicas se pararon frente a la gran puerta, de madera antigua y que tenía la leyenda del apellido familiar de Grace "Necture". La chica voluptuosa saco de su bolsillo una llave y la metió en el cerrojo, dio media vuelta, las dos empujaron para abrir.

Cuando ella me lo robo todo
Abrió los ojos poco a poco, se sentía algo raro dentro de él, entre cerro los ojos poco a poco para que se adaptaran a las luz que había en la habitación, fue abriéndolos poco a poco al ver que no conocía aquella habitación, era extraño pero no era un sitio que conocía, tenía un vago recuerdo de aquel sitio ya que había pasado por allí un par de horas, se había acostado con una persona en aquel sitio, había tenido sexo con esa prostituta. Pero creía que ya estaba en casa ¿Por qué volvía a estar en ese sitio? Se froto los ojos y se dio cuenta de algo extraño pasaba, sus manos eran más finas, con los dedos más pequeños con las uñas pintadas de negro. Negó con la cabeza ya que no entendía lo que había pasado, que estaba pasando.

La taquilla 45
Me quede pensativa dentro de mi taquilla, estaba suspirando enamorada, un chico que me había tratado con cariño, me había follado con cuidado y con delicadeza, no podría olvidarle, aparte que me dolía algo el culo por su gran polla. Hace tanto tiempo que no sentía aquello, mariposas en el corazón y un kilo del requesón de su polla en mi ano.
Bill fue al servicio que le habían dicho, al abrir la puerta vio un agujero en la pared, al acercarse vio que aquel orificio de la pared para meter la polla estaba acorchado para que no te hiciera daño, no te cortaras al meter tu miembro. El chico metió su mano en el bolsillo y saco unos billetes. Lo metió por el agujero y sintió como al otro lado alguien cogía los billetes, por unos segundos estuvieron tirantes los dos lados:
-Hola ¿Eres la misma chica de la voz dulce que conocí en la papelera?
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